Si durante mucho tiempo las creaciones de Jacob Petit fueron fuertemente criticadas debido a los colores brillantes y el excesivo eclecticismo que las caracteriza, hoy en día los objetos que llevan su firma son altamente codiciados por su originalidad, la riqueza de la policromía y se consideran una garantía de calidad.
Jacob Petit (París 1796-1868) fue un importante fabricante de porcelanas del siglo XIX, que desde 1822 se unió a la Manufacture de Sèvres, abriendo posteriormente una de su propiedad en Fontainebleau.
Su producción artística está compuesta principalmente por objetos decorativos como platos, jarrones, teteras, botellas de perfume, pero también iluminación interior e incluso chimeneas.
Sus obras están caracterizadas por una audaz inventiva que toma inspiración de diferentes repertorios decorativos, tanto de épocas pasadas como contemporáneas a él, y provenientes de diversas áreas geográficas.
El modelo al que hace referencia para la pareja de candelabros protagonistas del Classic Monday, es en efecto el de las célebres porcelanas de Capodimonte.
Producidas desde la primera mitad del siglo XVIII en la Real Fábrica de Capodimonte, fundada en Nápoles por el rey Carlos de Borbón y su esposa María Amalia de Sajonia.
La estructura de los dos objetos está hecha de lámina de bronce repujado y finamente cincelado con decoraciones de volutas foliares y motivos vegetales, lo que deja suponer que entre los más de ochenta trabajadores que laboraban en la manufactura de Petit, había algunos especializados en la fundición y trabajo del bronce.
En el centro se sostienen dos figuritas (debajo de la base está la marca de fábrica de la manufactura) que representan a dos jóvenes vestidos con ropas campestres aunque adornadas, representando el tema del amor pastoral, enfatizado también por la carta y la paloma que sostiene el joven y que seguramente están dirigidos a su amada.
Este tema era muy apreciado por la aristocracia y la naciente burguesía, como idealización del amor entre personajes provenientes del ámbito bucólico.
Incluso en la realización de este objeto, Jacob Petit confirma su calidad como colorista extraordinario.
La atención del artista se concentra en la representación de la policromía de las porcelanas, sin dudar en contrastar estos tonos brillantes con los del bronce, jugando con la decoración minuciosa realizada a cincel, que hace que algunas superficies aparezcan más opacas.
La luz se refleja así con efectos casi infinitos sobre las superficies trabajadas, creando un efecto tal que es difícil para el ojo centrarse en un detalle, gracias también a la extrema atención dedicada a la decoración de los detalles.