Octava cita con el Classic Monday dedicado a un mueble sofisticado y elegante protagonista del mobiliario del siglo XIX: la Toilette.
Los cambios sociales y culturales que caracterizan el siglo XIX también se reflejan en los espacios domésticos y en el uso de los espacios; especialmente, es el ascenso de la clase burguesa y la creciente industrialización lo que determina estos cambios.
La nueva clientela desea muebles funcionales, adecuados para un modo de vida más sencillo y reservado.
En este contexto, el dormitorio se define como un espacio íntimo y privado. Además de la cama, mesitas de noche, armario y cómoda, las habitaciones se dotan de muebles dedicados al cuidado personal: la toilette y el psyché.
Las primeras mesas de toilette datan del siglo XVIII; los dormitorios de las damas de la corte y de la alta sociedad nunca estaban sin estos elaborados muebles con cajones y compartimentos para contener lociones, perfumes y cosméticos.
Sobre la mesa se colocaba finalmente un espejo para permitir a la dama maquillarse sentada, con toda comodidad. Sin embargo, es en el siglo XIX cuando este mueble, también conocido como coiffeuse o petineuse, alcanza su apogeo de difusión.
La toilette protagonista de este análisis es de estilo tardo imperio y data de los años treinta del siglo XIX.
Fue realizada en Génova, una ciudad muy sensible a los dictámenes de la moda francesa, pero no solo: en esa época, el taller más prestigioso era el del ebanista inglés Henry Peters. Él interpretó el gusto tardo imperio con simplicidad de líneas y una elegancia sobria que era común en la artesanía inglesa de la época. Sus muebles se destacaban por la precisión de su manufactura, la perfección técnica y los acabados impecables. Hacia 1835, Peters abrió el primer taller de muebles en Génova, firmando sus obras con el sello grabado «Peters Maker Genoa». Fue ebanista de la corte de los Saboya y diseñó los muebles para el Palacio Real de Génova.
Además de los muebles de lujo dorados y ricamente tallados, continuó diseñando muebles de gusto sobrio y práctico, de líneas elegantes y dimensiones más contenidas, destinados principalmente a una clientela burguesa. Su éxito dio nueva vida a la producción de muebles en Génova, que gracias a su impulso alcanzó niveles altísimos en esos años.
Esta toilette se enmarca en esta corriente: hecha de caoba con un tablero de mármol Bardiglio, presenta tallados de una finura extrema. Los pies de hierro y el rostro leonino están tan bien terminados y cuidados que parecen reales; también de gran valor son las cornucopias a los lados del espejo basculante. Posee un cajón en la franja, dividido en compartimentos, ideal para guardar joyas y otros pequeños accesorios.
La llegada del agua corriente marcó el fin de la fortuna de este mueble, considerado ahora superfluo y voluminoso.
Aunque las necesidades y los espacios de los dormitorios han cambiado mucho a lo largo del tiempo, la toilette es un mueble cuyo encanto ha permanecido intacto.
Gracias a su versatilidad, se presta a decorar diferentes espacios además del dormitorio, creando un rincón femenino y sofisticado.