Breve historia del coleccionismo
El coleccionismo de objetos y obras de arte es una actividad practicada por el hombre desde la antigüedad, que a lo largo de los siglos ha experimentado un desarrollo relacionado con la evolución social y cultural de las distintas épocas.
Si en un principio estaba principalmente vinculado a necesidades religiosas
– como por ejemplo los ajuares funerarios en las tumbas egipcias y la variedad de esculturas dentro de los templos griegos – con el paso del tiempo la acumulación de obras adquiere fines políticos, como muestra de su poder.
Para tal fin, se hace necesario la exposición de las colecciones, que comienzan a ser apreciadas por un público que también valora su calidad artística.
En la época romana, la práctica del coleccionismo comienza a ser adoptada también por los privados que colocan estatuas en sus jardines y viviendas privadas, despojándolas de su funcionalidad espiritual en favor de una atención estética.
Durante la Edad Media se asiste a un retorno de la estrecha conexión entre la obra de arte y la religión.
Los principales lugares de colección de bienes artísticos son aquellos relacionados con el culto, como las iglesias. En este contexto, la exposición de los bienes artísticos es fundamental como apoyo didáctico a la religión cristiana, y el uso de materiales preciosos como el oro o las piedras es sinónimo de devoción.
El nacimiento del coleccionismo entendido modernamente comienza a afirmarse durante el siglo XV, cuando el señor colecciona objetos de arte exclusivamente por sus cualidades estéticas, y los expone en locales destinados específicamente a tal fin.
Sin embargo, siempre permanece la voluntad de mostrar el propio poder, a través de la capacidad de adquirir objetos preciosos o los servicios de artistas prestigiosos. Durante el siglo siguiente, esta práctica se consolida a través de la difusión de galerías y colecciones, abiertas a un público cada vez más amplio, aunque siempre constituido por la nobleza.
Esto conlleva una modificación sustancial en la exposición de las obras, que ya no debe satisfacer solo el gusto estético del propietario, sino también de todos aquellos que tengan acceso a la colección. También en estos años, en el norte de Europa, surgen las Wunderkammern, «Cámaras de las Maravillas», que reúnen también los mirabilia, es decir, objetos capaces de asombrar a los visitantes, como ejemplares raros o extraños de historia natural o artefactos.
En los siglos posteriores, el coleccionismo de objetos ocupa cada vez más una dimensión pública: las colecciones de príncipes y señores son incautadas por los recién nacidos estados o, de todos modos, expuestas en sedes cercanas a la concepción moderna de museo, con horarios y días de apertura definidos, por lo que se vuelven accesibles a la ciudadanía, que puede disfrutar de ellas y conocer las tradiciones artísticas pertenecientes a su cultura.
Hoy en día, el coleccionismo sigue siendo una actividad ampliamente extendida y que ha alcanzado grados de especialización gracias a la amplia y heterogénea oferta.
Cada vez más en expansión, el mercado del arte es capaz de satisfacer las demandas de los compradores y adaptarse a las diversas necesidades de cartera, haciendo del coleccionismo una actividad democrática y accesible a muchos.
La diferencia fundamental con el pasado es precisamente el hecho de que ya no se caracteriza por su elitismo: potencialmente es accesible a cualquiera que desee disfrutar de obras maestras artísticas o importantes y buscados muebles antiguos.
En este sentido, del 8 al 10 de noviembre, en nuestra tienda de Milán se celebrará todo un fin de semana dedicado al coleccionismo.
Un fin de semana dedicado al Arte y la Antigüedad, dentro del cual se incluye la iniciativa cultural «Coleccionar la belleza«, un encuentro con la historiadora y crítica de arte Maria Silvia Proni, en el que se hablará sobre los orígenes del coleccionismo, por qué se colecciona, cómo crear una colección y quién es el coleccionista.
El coleccionismo en la gran pantalla con «La mejor oferta» de Giuseppe Tornatore