La gran epopeya de los pioneros del Oeste forma parte del imaginario colectivo de todos nosotros: en innumerables películas hemos seguido las peripecias de las caravanas de carreta que transportaban familias a través de las grandes praderas hacia el sueño de una nueva vida en el lejano Oeste.

Un libro disponible en nuestra librería Online nos devuelve intacto el sabor de esas aventuras: se trata del volumen The mines of Colorado de Ovando J. Hollister, publicado en Springfield por Samuel Bowles & Company en 1867, en una rarísima primera edición.

De las páginas emerge un ángulo particular de ese gran período de migraciones: la fiebre del oro. Inmediatamente nos viene a la mente el tragicómico blanco y negro de Charlot inmerso en la nieve del Klondike. Aquí se cuenta otro mítico capítulo de esa fiebre que recorrió América a mediados del siglo XIX.

Escrito cerca de los eventos que describe, este volumen nos introduce en la atmósfera del descubrimiento de los filones auríferos en Ralston Creek y Dry Creek en 1850, así como en la gran Fiebre del Oro de Pike’s Peak, iniciada en 1858 por William Greeneberry «Green» Russell.

Él también, como muchos buscadores que se habían precipitado hacia California alrededor de 1850 al enterarse del descubrimiento de fabulosos filones de oro, regresaba hacia el interior, desanimado por el resultado de esa aventura. Apoyándose en la tribu Cherokee de su esposa, con un grupo de aventureros como él, se dirigió hacia antiguas leyendas sobre hallazgos en los cañones de las Montañas Rocosas. En la confluencia de Cherry Creek con el South Platte encontraron 622 gramos de oro puro: comenzó una nueva ola de entusiasmo que llevó a la región, al norte de Pike’s Peak, a más de 100,000 buscadores en pocos años.

Entre los campos que se forman para alojar a los nuevos llegados, uno tiene un nombre que conocemos bien hoy en día: Denver.

El lugar del primer descubrimiento de Russell es hoy Englewood, un suburbio de Denver, justo al norte de la intersección entre la autopista nacional 285 y la 85. La misma creación del Territorio de Colorado en 1861 se debió a la enorme afluencia de habitantes a la zona.

De hecho, ya hacia mediados de los años 60 los estratos superficiales de las vetas de oro se agotaron y ya no se encontraba oro puro, sino solo en amalgama y a gran profundidad. Comienza así una nueva fase de explotación, a través de minas.
Esto lo refleja nuestro libro, que describe, después de la aventura de los primeros buscadores, la construcción de las minas: una gran carta plegada varias veces (cm56 x 43) y coloreada, titulada: «Map of Colorado Territory to Accompany Hollister’s «Mines of Colorado corrected from the Public Surveys of 1866», nos ilustra la situación a menos de 10 años del descubrimiento de Russell.

Para dar un toque final a esta inmersión en el viejo Oeste, 18 páginas de publicidad de ferrocarriles, bancos, periódicos.

Un retrato de la vida que nos hace soñar por un momento con viejos saloons y caminos polvorientos a través de las infinitas llanuras americanas.