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Cortadora Berkel, de herramienta de trabajo a objeto de diseño

Quinto encuentro con el Classic Monday: foco puesto en la cortadora Berkel, que con el tiempo se ha convertido en un objeto de culto.

A finales del siglo XIX, en la ciudad de Rotterdam, un joven emprendedor con un buen olfato para los negocios se devanaba los sesos día y noche para crear un mecanismo que facilitara su trabajo como carnicero.

Desde el principio mostró iniciativa y audacia, junto con una gran pasión por la mecánica. En aquella época, los carniceros cortaban la carne manualmente, lo que requería una precisión y meticulosidad notables.

Willhelmus Adrianus Van Berkel soñaba con construir una máquina automática que pudiera agilizar y simplificar su trabajo, garantizando al mismo tiempo un corte profesional.

Después de innumerables dibujos, proyectos y prototipos, Van Berkel tuvo la intuición de la hoja circular cóncava y la bandeja móvil.

Construyó un dispositivo realmente innovador: al girar una manivela se accionaba la rotación del volante, que transmitía el movimiento a la hoja y al carro.
La hoja cóncava comenzaba a girar y el carro, en el que se fijaba la pieza de carne a cortar, se deslizaba hacia la hoja.

Así nació la primera cortadora a volante de deslizamiento rectilíneo, bautizada como «modelo A».

Sin embargo, el joven carnicero no tenía los recursos necesarios para producir y distribuir su nueva máquina a gran escala.

Van Berkel decidió dirigirse al propietario de una imprenta al borde de la quiebra y lo convenció de asociarse con él. Así fue como en 1899 nació la empresa «Patentes de Van Berkel».

En el primer año se produjeron 76 máquinas Berkel Modelo A, tres del Modelo B y cinco máquinas especiales Modelo C, un resultado más que digno para la época.

Dos cortadoras Berkel en nuestra tienda de Cambiago

Van Berkel tuvo que enfrentarse al escepticismo y la resistencia al cambio de los empleados de las carnicerías, que temían que la cortadora pudiera reemplazarlos.
Él se dirigió personalmente a los carniceros asegurándoles que su producto aumentaría sustancialmente las ventas, creando incluso nuevos puestos de trabajo.

Gracias a su espíritu emprendedor y, sobre todo, a su tenacidad, las ventas de las cortadoras Berkel experimentaron un gran auge, y en pocos años la empresa se impuso en la escena internacional.
Sus puntos fuertes fueron la calidad de los materiales, la precisión de los trabajos y el altísimo valor estético.

En los 120 años de producción, Berkel ha abierto sedes en todo el mundo, ha mejorado y modernizado sus procesos de producción sin apartarse nunca de la tradición.

Solo después de la Segunda Guerra Mundial se introdujo una modificación sustancial gracias a la llegada del motor eléctrico.
Este perfeccionamiento tecnológico permitió la eliminación del volante. Los nuevos modelos se volvieron más compactos y manejables, adecuados incluso para uso doméstico.

Aunque la cortadora original a volante ya no se utiliza (salvo como un magnífico complemento decorativo), sigue siendo un símbolo del perfecto equilibrio entre elegancia y técnica.
Basta pensar que uno de los dos «Modelos C» que quedan en el mundo forma parte de la prestigiosa colección permanente del MoMA de Nueva York (el otro se encuentra en el Museo Van Berkel de Asís).

Los modelos más antiguos y más raros de las cortadoras Berkel son considerados verdaderos objetos de diseño.

Son muy codiciados por coleccionistas y anticuarios, además de constituir una inversión muy interesante, ya que su valor parece aumentar año tras año.

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