Orígenes de la laca
La técnica decorativa vinculada al uso de la laca nace en el Antiguo Oriente y llegará a Europa a través de la Ruta de la Seda. Se popularizará a principios del siglo XVIII en la corte del Rey Sol, en Francia y, poco después, en Italia.
Desarrollo de la laca en Venecia
Una de las primeras ciudades italianas interesadas en profundizar esta técnica decorativa será Venecia. Aquí, se desarrollará un tipo particular de laca, inicialmente destinada a imitar los modelos orientales sobre tempera, que luego se combinará con finas capas de resinas y alcohol sobre madera de aliso, estuco, yeso y, a veces, lienzo fino.
Variedades decorativas en la laca
Como ya se mencionó en el artículo anterior, las lacas constituían una solución adecuada para un tipo de mobiliario de uso más sencillo, y la decoración podía ser más o menos elaborada: algunos ejemplares estaban decorados con simples colores pastel, y en los casos más afortunados, adornados con finas molduras doradas que recorrían toda la estructura.
Otros se embellecían con representaciones pictóricas de aves o ramos de flores en las puertas frontales o en las esquinas de la estructura, mientras que en otras superficies más amplias se pintaban escenas de Arcadia o jardines orientales poblados por figuras fantásticas representadas en fiestas muy similares a las que participaba la nobleza veneciana.
Esta ciudad se distinguirá de otras producciones gracias al trabajo de los depentores o lacadores, que no se limitan a crear miniaturas reproduciendo los diseños de los modelos, sino que, siendo verdaderos pintores, se dedican a modificar pequeños detalles de los diseños preparatorios que harán único cada elemento de mobiliario que forma parte de la boiserie.
Así, las flores y las cintas en tonos azules, anaranjados y rosados que adornan el marco de la pequeña espejito barroco lacado en azul pastel y tallado con motivos de rocaille de los que queremos hablar hoy, asumen formas ligeramente diferentes, haciendo que cada flor sea diferente de las demás.
Durante la mitad del siglo XVIII, la demanda constante de este tipo de muebles llevará a los artesanos a acelerar su producción, creando también ejemplares de muebles de lo que se conoce como laca pobre, es decir, lacados en el fondo con tonos uniformes y detalles hechos con estampas representando escenas realizadas a color o en blanco y negro, que luego se terminan con tempera coloreada recortada y pegada sobre la superficie externa del mueble, así como en las puertas y cajones ocultos.
Gracias a esta solución, será posible adornar también muebles de estructuras más sobrias y lineales, asegurando una gran presencia visual.