Nosotros en Di Mano in Mano tratamos la moda, el vestir, la ropa transmitiendo pasión, ironía, sensación de ligereza, despreocupación, creatividad, libertad. También somos conscientes de cuánto el consumismo desenfrenado es dañino para nuestro planeta desde muchos puntos de vista. Esta semana es un poco especial para el mundo de la moda y la ropa. Tal vez alguien ya se ha dado cuenta, especialmente aquellos que navegan por las redes sociales, de algo relacionado con la llamada «Fashion Revolution Week».
Decíamos antes: libertad, la que muchos trabajadores de la moda, en su gran mayoría mujeres, no tienen. Viven en esclavitud, obligadas a trabajar sin descanso y con sueldos literalmente de hambre, en condiciones que ponen en riesgo su salud e incluso su vida, a menudo tratadas con violencia y abusos.
Esta modalidad explotó con el nacimiento y la difusión del llamado fast fashion, un modelo de producción a gran escala por el cual los gigantes de la moda lanzan nuevas colecciones cada dos semanas. Estas producciones masivas tienen lugar en países como India y Bangladesh, además de China, Indonesia, Croacia y muchos otros.
Las grandes empresas de moda trasladan sus producciones a estos países precisamente porque la mano de obra es muy barata, lo que les permite reducir sus costos de producción y obtener precios finales muy bajos, con un consiguiente mayor beneficio para sus bolsillos. El cliente, por su parte, más o menos inconsciente, se lleva feliz su camiseta de 2 euros y sus jeans de 10.
Esta breve e introducción muy resumida, nos damos cuenta, nos sirve para darles el contexto en el cual, el 24 de abril de 2013, ocurrió la tragedia del Rana Plaza. Este era (es) un enorme edificio de varios pisos en Bangladesh, que albergaba varias fábricas de ropa, que ese día se desplomó sobre sí mismo.
Citemos de «Wikipedia«: «Es considerado el accidente mortal más grave ocurrido en una fábrica textil en la historia, así como el colapso estructural accidental más letal en la historia humana moderna.»
Mueren más de mil personas y se extraen de los escombros 2500 cuerpos heridos. Fue una tragedia de dimensiones tan apocalípticas que no pudo ser ignorada por los medios y que activó una serie de iniciativas cuya misión es hacer la producción de ropa más sostenible tanto desde un punto de vista ambiental como ético.
Una de estas iniciativas es justamente la «Fashion Revolution Week«, que, instituida por la organización sin fines de lucro del mismo nombre, se lleva a cabo en torno a este triste aniversario. Las iniciativas propuestas por Fashion Revolution son muchas, principalmente activaciones de consumidores que exigen tener información y transparencia en la cadena de producción de las prendas que compran y usan. Les invitamos a echar un vistazo a su sitio web si quieren participar o incluso solo conocer un poco más de lo que les estamos contando brevemente.
Terminamos este breve escrito con una cita de Lucy Siegl, escritora, periodista y activista: «Fast fashion isn’t cheap, someone, somewhere is paying for it«. El sentido es que todo tiene un precio, incluso las prendas que tienen una etiqueta de precio muy baja.
¡Así que feliz Fashion Revolution Week! Compren, si lo necesitan, prendas que duren, que realmente amen, que los representen en lo más profundo y pregúntense de dónde provienen. Sin olvidar que reutilizar, reciclar e reinventar es la acción más sostenible posible.