Biedermeier: cuando un estilo de decoración transforma un ambiente
Siempre es interesante observar cómo la Historia con H mayúscula se refleja en la cotidianidad de la época.
¿Cómo no ver en el paso del Estilo Imperio al Biedermeier el deseo de paz y tranquilidad de toda una sociedad tras los trastornos de la época napoleónica?
La majestuosidad de la ebanistería del Imperio, con sus adornos de bronce dorado y los elementos ornamentales a todo volumen, la recuperación de los modelos clásicos, se adaptaba bien al clima de grandeza de las empresas napoleónicas.
El nuevo clima cultural parece concentrarse, en cambio, en una nueva necesidad de intimidad. No es casualidad que también en la corte de Viena, alrededor de 1820, el estilo Imperio resistiera en los salones de representación, mientras que en los ambientes privados se recurría al universo más simple y formal del Biedermeier.
El nuevo estilo se centra en la forma: juegos de volúmenes y geometrías, combinaciones de líneas curvas y rectas.
El modelo inglés importado al clima centroeuropeo gravitante alrededor de Viena se suaviza. El mobiliario se vuelve más ligero y funcional.
Predomina la elección de maderas claras, embellecidas con un fino trabajo de marquetería.
También cobra importancia la selección de telas y tapicerías que acompañan los muebles.
Los tapiceros y ebanistas son protagonistas de este nuevo gusto por la decoración.
Todo contribuye a crear un ambiente cómodo y acogedor: el salón, de ser un ambiente de representación, se transforma en un lugar familiar.
Es significativo que en este periodo, en la composición de los salones, el sofá asuma el papel de protagonista. No es difícil imaginar sobrias reuniones familiares; sobre la mesa, el pastel y el servicio de café, en el salón conversaciones, lecturas en voz alta y señoritas concentradas en el bordado. No es raro que también aparezcan pequeños complementos de decoración, como cajas de costura, mesas de juego, pequeñas estanterías y pantallas para el fuego de la chimenea.
Un buen ejemplo de todo esto es un salón compuesto por un sofá, un par de sillones y una mesa con cuatro sillas que aparece en el catálogo de Dimanoinmano.
Impacta la elegancia de las líneas suaves que unen los distintos elementos.
La madera clara utilizada es un fresno rubio flameado, embellecido con finos incrustaciones de ébano morado que, con sobria elegancia, se repiten en los reposabrazos, respaldos y patas de los asientos y la mesa.
Conocemos el nombre del ebanista: se trata de Johann Nepomuk Geyer (Innsbruck, 1807-1874).
Un artesano sin duda de altísimo nivel, ya que en 1838 se le encargó un encargo imperial. Con motivo del viaje de coronación en Milán de Fernando I, se redecoró la residencia imperial de Innsbruck con muebles procedentes del taller de Geyer.
Su estilo, plenamente encuadrado en la corriente principal del Biedermeier de la época, presenta rasgos de clara originalidad. Las líneas y decoraciones de estas sillas elegantísimas parecen anticipar varias décadas el gusto floral.
Un artesano-artista que, después de casi dos siglos, aún nos invita a tomar un café en su espléndido salón.