Más que un único protagonista, en nuestro Classic Monday de hoy queremos presentarles una categoría de muebles, muy versátiles y buscados. Queremos contarles sobre las mesas, su evolución a lo largo de la historia, no solo según las modas, sino también según los usos y costumbres.
Muy buscadas y presentes en los salones burgueses y aristocráticos, las mesas nacen como una derivación natural de las mesas más grandes y las consolas.
En la época renacentista, de hecho, las mesas estaban simplemente compuestas por caballetes sobre los cuales se apoyaba una tabla de madera. Dejadas muy rústicas, no era necesario que fueran particularmente elaboradas o decoradas, ya que estaban cubiertas por valiosos manteles. Esta simplicidad de las mesas no solo estaba vinculada a los ambientes más rústicos, sino que también se encuentra en los palacios nobles y en las casas de los ricos mercantes. Una prueba eficaz de esto se puede encontrar observando las pinturas de la época. Sobre todo en las representaciones de la Última Cena, a pesar de que el episodio evangélico se desarrolla en habitaciones ricas, a menudo completamente revestidas de mármoles lujosos, bajo el borde del mantel se puede entrever la estructura de mesas muy simples.
Con la llegada del Barroco, el gusto cambió completamente: de las formas más elaboradas, las patas de las mesas se transforman en verdaderos elementos escultóricos dorados, y también la superficie de mármol se convierte en un elemento de prestigio que ya no debe ser cubierto. Además, comienzan a difundirse las pequeñas consolas, nacidas como muebles de apoyo, utilizadas como elegantes soportes para jarrones o bustos escultóricos.
Pero es en el siglo XVIII cuando toma forma lo que puede considerarse una mesa pequeña en el sentido más moderno de la época.
El cambio de la sociedad, de las viviendas y de la manera de vivirlas también implicó una modificación del mobiliario. Entre los siglos XVIII y XIX, la casa ya no es solo un lugar de representación, sino también un lugar que debe ser cómodo para el propietario. El mobiliario se mueve: si antes estaba adosado a las paredes, lentamente también se coloca en el centro. Los muebles, por lo tanto, se terminan por todos los lados, “a la vista”, y nacen nuevas tipologías útiles para las nuevas necesidades. Se hacen necesarias superficies adicionales para realizar actividades, como escribir y leer, que ya no son exclusivas de la nobleza.
Con este propósito nacen las mesas pequeñas, ya no solo como soporte para bustos, sino también como pequeños escritorios.
Así, se ubican en los salones burgueses, convirtiéndose en complementos de decoración, pero también en espacios más apartados como los dormitorios.
Naturalmente, reflejan el gusto y las modas del momento. Así, en el siglo XVIII encontramos mesas de estilo barroco, con patas torneadas, a menudo talladas con pies de cabra, como nuestra mesa de estilo barroco (visible aquí).
Un detalle interesante es que una de las patas se puede abrir para servir de soporte a la tapa abatible. Una mesa pequeña, fácil de colocar en una casa burguesa del siglo XVIII, pero que se vuelve práctica como escritorio de estudio cuando es necesario.
En el siglo XVIII, también continúa una producción más rústica, cuyas formas derivan de las mesas renacentistas ya mencionadas que usaban caballetes. Precisamente «a caballete» es el nombre con el que se identifica este tipo de mesas y mesas pequeñas, aunque ya no estén constituidas por elementos distintos, la forma de las patas es identificativa. No solo muebles rústicos, sino también acabados con detalles elegantes, como en uno de nuestros ejemplares (visible aquí), en los cuales la superficie de nogal está adornada con un fino ribete de madera de ébano.
El ‘caballete’ es una de las formas más simples, a menudo utilizada en ambientes sencillos, pero también en casas más elegantes, como en los salones de los burgueses.
En el siglo XIX, encontramos ejemplos de mesas de estilo imperio, como la que se ve a continuación, con una estructura más refinada, pero siempre de una estética simple y funcional (visible aquí).
Una mesa que conserva las líneas de las mesas de época romana y que, con su estilo sobrio, expresa la elegancia de las residencias del siglo XIX.
Hoy en día, podemos decir que una mesa es un artículo muy solicitado, con una forma refinada o sencilla, que puede ser utilizada en la cocina, en el salón o como pequeño escritorio. Los usos han cambiado a lo largo del tiempo, pero la mesa siempre se ha adaptado a los momentos históricos, satisfaciendo las nuevas necesidades.