By Nicoletta
La tercera editorial de nuestra historia es Sellerio. Conocida por el gran público por la publicación de los libros de suspense de Camilleri con el protagonista el comisario Montalbano, pero sería reductivo recordarla solo por este último.
La editorial nació en 1969 en Siracusa por iniciativa de Elvira Sellerio, Leonardo Sciascia, escritor y periodista, Nino Butitta antropólogo e hijo del poeta Ignazio Butitta, y Enzo Sellerio importante fotógrafo. Los cuatro son amigos y protagonistas de la vida cultural palermitana de esa época.
La primera colección se llama La civilización perfeccionada. Está hecha de papel de alta calidad, con páginas sin cortar, y publica textos de «belleza literaria»: literatura selecta, refinada, distante años luz de cualquier tormenta política de la época.
Los dos primeros títulos son de hecho Mimi siciliani del noble literato Francesco Lanza y Cartas sobre Sicilia de Eugène Viollet Le Duc, escritor francés (además de arquitecto) melancólico y de sensibilidad autobiográfica. Cada volumen va acompañado de grabados de grandes ilustradores (Mino Maccari, Tono Zancanaro, Bruno Caruso) y de una introducción que en la editorial se acostumbra a llamar Nota. Así las Notas son introducciones pero constituyen, si se quiere, lecturas autónomas. Lanza, por ejemplo, es introducido por Calvino.
Dentro de la editorial, en los primeros años surge un desacuerdo. Hay quienes quieren conservar una dimensión mínima, un carácter estrictamente aficionado (siguiendo el ejemplo de Scheiwiller en Milán). Otros, en cambio, querrían enfrentarse al mar abierto, con una presencia editorial más marcada y pública, quizás nacional.
En 1978, sin que nadie lo haya planeado voluntariamente, llega un libro de Sciascia. L’affaire Moro es un libro clásico de Sellerio (quizás el primero típico). Publicado en una colección para pocos como La civilización perfeccionada, vende más de cien mil copias. Es un libro de denuncia, valiente, escrito en la magnífica prosa de Sciascia. No teme ser un libro de gran responsabilidad ideológica; pero está hecho para ser leído y disfrutado. En resumen, ha nacido el estilo de una editorial y su espacio a nivel nacional.
Y en el otoño de 1979 nace la colección que faltaba. El azul de Memoria.
Primero que todo, la gráfica. Es una pequeña revolución, en la grisura metálica de las portadas de esos años, la irrupción de la mancha azul, del papel verjurado, de la imagen pictórica figurativa en el centro de la sobrecubierta, dentro de un marco coloreado que recuerda el color de las letras del título. Un efecto cromático acentuado por lo que es una originalidad audaz: los colores de las letras y del marco que cambian de número en número: a veces amarillos, a veces celestes, a veces grises, a veces rojos, casi nunca blancos.
El libro vuelve a ser también un objeto elegante, también por su formato cuadrado, diseñado para adaptarse al bolsillo de una chaqueta.
Una única ley para los contenidos: la curiosidad inteligente que el libro debía comunicar al lector, expresada con estilo literario.
Por esa sucesión de casos afortunados que rodean las buenas empresas, La memoria acompaña – quizás anima una serie de novedades en lo que entonces comenzaba a llamarse «imagen». Nacía entonces el estilo de la pequeña editorial.
En 1981, el encuentro con Bufalino es casual y solo el hecho de que el estilo de trabajo de Elvira Sellerio es poco programado y muy guiado por la curiosidad, produce esa pequeña investigación al final de la cual en el cajón de Bufalino se encuentra Diceria dell’untore.
Esta novela, que es la consagración de Sellerio entre los editores nacionales, gana un merecidísimo Premio Campiello en 1981 y marca un cambio también en la cultura italiana. La narrativa italiana pasa página. Y comienza la temporada de los nuevos escritores italianos, al menos para Sellerio.
Mientras tanto, en 1976 nacen dos colecciones de ensayos: Biblioteca siciliana de historia y literatura y Prisma.
La Biblioteca siciliana es la primera colección de historia de Sellerio. El título es vagamente crociano. Prisma, por su parte, es la colección de ensayos más clásica y especializada: está destinada a los estudios de lenguajes y literaturas en el sentido más amplio.
Con el paso de los años, a estas primeras colecciones se les unieron otras: La diagonale y La nuova diagonale, Fine secolo, destinadas respectivamente a ensayos diversos, cartas, diarios, biografías y memorias de viaje, y a la literatura de los derechos civiles (Fine secolo, fue creada y dirigida por Adriano Sofri).
Tras *Diceria dell’untore*, el nombre de la editorial Sellerio se asocia de alguna manera con la corriente de los nuevos escritores italianos.
Sellerio, en su pequeña escala, contribuye a retomar la exportación de la cultura italiana al extranjero. Junto a Bufalino, son muy solicitados los derechos de traducción de escritores que la editorial va descubriendo.
Antonio Tabucchi, Maria Messina, Luisa Adorno, son los nombres más interesantes. Y es significativo que no se trate de inéditos, sino de escritores olvidados que Sellerio descubre y relanza.
Es una señal de que los años ochenta son la temporada de la pequeña edición que desempeña una función de renovación, contra la pereza y el letargo de los gigantes de la edición.
Y en esta temporada, la temporada de la nueva generación de narradores italianos, Sellerio es protagonista y motor, junto con algunos otros.
Los grandes grupos editoriales absorben a los pequeños, con los gerentes reemplazando a los viejos leones, el fin de la pequeña editorial.
Sellerio resiste, junto a pocos otros. Y lanza un nuevo género de novela negra italiana.
Con *Carta bianca* de Carlo Lucarelli, se puede decir que nace un nuevo género de novela negra italiana.
A continuación, se producirá un torrente de literatura policiaca, para o similar policiaca, italiana y extranjera, de gran interés y éxito. Casi como una confirmación de una profecía de un gran escritor suizo importado a Italia por Sellerio. En 1985, de hecho, la editorial publicó la novela de un extraño escritor suizo de novela negra y irregular: Glauser.
En el apogeo de esta aventura con la novela negra, está el descubrimiento de un verdadero género nuevo: la novela negra de escuela siciliana, y dos nombres sin comentarios: Andrea Camilleri y Santo Piazzese.
Los años dos mil para Sellerio fueron años de una nueva experiencia: los cinco millones de copias de los libros de Camilleri producidos en Palermo y vendidos en Italia, más los derechos de traducción vendidos hasta Japón. Pero no solo esto.
Además de Camilleri, los años dos mil también fueron años de escritores del mundo de los cuales se habla mucho y se hablará mucho. La canadiense Margaret Doody: había publicado un libro y luego su editor americano se olvidó de ella. Pero Margaret había creado un nuevo detective en el filósofo Aristóteles, un detective deductivo y realista, llevando atrás en el tiempo el género de la novela negra especulativa.
En los descubrimientos más recientes de Sellerio hay dos grandes escritores de novela negra de gran calidad y éxito.
Gianrico Carofiglio (*Testimone inconsapevole* y *Ad occhi chiusi*), el inventor del *legal thriller* italiano, con un personaje tan real, el abogado Guerrieri, que solo un magistrado de larga trayectoria como él podría esculpir.
Y la española Alicia Giménez-Bartlett: la inspectora Petra Delicado y el vice Garzón son dos personajes tan inolvidables, en su humor agridulce, en su dureza de corazón tierno, que el gran crítico Cesare Cases habla de la autora como una «genial escritora mediterránea».
Sellerio es todo esto por el momento y aún no sabemos lo que el futuro nos deparará.
¿Quieres descubrir más historias sobre las editoriales italianas?
Aquí encuentras todos nuestros artículos.
