DC 154, síntesis perfecta entre funcionalidad y creatividad diseñada por Carlo de Carli
El Ícono del Diseño de esta semana nos lleva de vuelta a los años 60, años llenos de efervescencia y transformaciones sociales.
Muchas empresas estaban preparándose para abandonar los procesos artesanales tradicionales y adoptar las técnicas de producción industrial. Entre ellas comenzó a destacar la empresa de muebles Sormani, liderada por un jovencísimo pero ya decidido Luigi Sormani. Apostando por la experimentación de nuevos materiales y, sobre todo, por la colaboración con los mejores diseñadores de la época (Gio Ponti y Joe Colombo, por mencionar algunos), Sormani creó piezas de grandísimo valor.
La cajonera DC 154, diseñada por Carlo de Carli en 1963, se destaca entre las creaciones más logradas e interesantes de esos años.
Carlo de Carli fue una figura extremadamente fascinante y polifacética: su actividad como arquitecto y diseñador estaba basada en sólidos principios teóricos. Diseñar una casa o una silla era para él esencialmente lo mismo, lo importante era centrar sus proyectos en las necesidades (materiales y espirituales) del usuario y crear estructuras coherentes con el espacio circundante.
«La casa no es un objeto colocado en el terreno, sino una continuación de todo lo que la rodea».
Esta gran atención al contexto y al entorno en su conjunto era sin duda compartida y fomentada por Sormani, defensor del concepto de «total living».
El DC 154 es un mueble refinado de líneas limpias y clásicas; al mismo tiempo posee un lado excéntrico y contemporáneo que se revela en los pequeños detalles.
Está realizada en madera pintada y lacada y está disponible en tres versiones diferentes: blanca, negra o roja. La superficie superior está formada por una superficie reflectante, un detalle singular que crea, a través del reflejo, esa continuidad con el entorno tan buscada por De Carli.
Otro detalle que hace única y reconocible esta cajonera son las particulares patas de latón.
Perfecta síntesis entre funcionalidad y creatividad, el DC 154 es una de las realizaciones más interesantes de De Carli (junto con la mesa «Ragno», sobre la cual escribimos aquí), fruto tanto de su ingenio como de la gran pasión que tenía por su oficio.
«No existen decálogos en Arquitectura, ni métodos de diseño. Sólo existe, frente a cada uno de nosotros, la propia vida y la vida de los demás, que debe ser acogida con amor. Viviéndola con amor, un arquitecto sabrá crear también una silla ideal y una casa ideal; pero si no siente en sí mismo la correspondencia de toda otra forma externa, en continuidad, ilimitadamente, es inútil que fuerce su cerebro para vestir de bonitos adornos sus propias formas funcionales… Los «asimiladores» buscan encontrar el secreto de una esencia en los atributos analíticos de la Arquitectura, pero ésta está escondida en el don misterioso de la vida vivida por un artista; el valor moral de la personalidad humana es el aliento de la creación.»