AntigüedadesLunes clásico

La mesa de juego, este extraño

Vestigios de épocas pasadas, testimonios de costumbres y hábitos ya obsoletos… Los objetos antiguos despiertan hoy más que nunca un gran interés.

El mundo del anticuario es fascinante y misterioso, un universo por investigar y descubrir.
Con este fin, hemos decidido dedicar una serie de artículos al tema para destacar particularidades y curiosidades que publicaremos los lunes.
La primera cita con el Classic Monday está dedicada a una interesante pieza de mobiliario que ha caído en desuso.

Se trata de un mueble que ya no se encuentra en las casas modernas, excepto con una función meramente decorativa:
la mesa de juego.

Originaria de la Edad Media, la mesa de juego ha experimentado varias evoluciones hasta su casi desaparición en el siglo XX.
Antes del reinado de Luis XV, cualquier mesa podía ser destinada a este fin: bastaba poner encima un paño de terciopelo o lino y voilà, la mesa estaba lista para acoger interminables partidas de cartas o damas.

Los tramposos – Caravaggio, Kimbell Art Museum, Fort Worth

No fue sino hasta el siglo XVIII, la época dorada del mobiliario francés, cuando la mesa adquirió una función específica según su uso.

Se dice que María Antonieta, la entonces reina de Francia, tenía una verdadera dependencia del juego de azar, y no era la única… Gran parte de la nobleza francesa consideraba el juego como una de las principales formas de entretenimiento.
Así fue como los mejores artesanos de la época idearon mesas altamente especializadas, diseñadas específicamente para los juegos más populares: ajedrez, damas, el amado tric-trac y demás.

Partida de ajedrez – Giulio Campi

Se trataba de piezas muy refinadas, a menudo muy elaboradas; las más interesantes eran modulares, con cajones y compartimentos secretos.

El verdadero protagonista de este período fue la mesa de juego semicircular.

Abierta podía albergar hasta siete jugadores, al finalizar el juego, la mesa se plegaba y se apoyaba contra la pared donde, ocupando poco espacio, asumía una función decorativa.

Los muebles en estilo Luis XVI son considerados entre los más hermosos jamás realizados; sencillos y refinados, caracterizados por líneas clásicas y elegantes.
Se oponen claramente a la asimetría y la abundancia de elementos decorativos del Rococó y el estilo Luis XV.
El elemento clave es la recuperación de los temas de la cultura clásica griega y romana, lo que se traduce en formas lineales, compostura geométrica, decoraciones simétricas y evocadoras del mundo antiguo.
Son característicos de este período las mesas de salón, de juego, de té y de café, de volúmenes contenidos y patas finas de sección cuadrada, que presentan pies estilizados en forma de cono o pirámide.

Tras la Revolución Francesa, se produjo una mayor rigidez y simplificación de los muebles.

<strong><em>Mesa de juego en nuestra tienda de Cambiago<em><strong>

Se afirmará el estilo Directorio (del cual la mesa de juego de la imagen arriba es un hermoso ejemplo).
Con una elegancia algo rígida, mantiene las formas clásicas del período Luis XVI, pero despojada de entarces y bronces elaborados.
El caoba, con su color austero pero imperial, se convertirá poco a poco en la madera más común y solicitada (que se convertirá en una de las características de la época del Imperio) sin tantos adornos.
Será en la época del Imperio cuando los muebles se volverán a enriquecer con esos símbolos, incluso escultóricos, vinculados al imperio romano y a la figura de Napoleón.
Después de la caída del Imperio Napoleónico, se asistirá a un nuevo desarrollo de este tipo de muebles, respondiendo a la necesidad de amueblar las casas de la nueva clase burguesa.

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