Un verano en Francia y la fiesta del 14 de julio
Un verano estuve en Francia con la familia y tuvimos la suerte de participar en un pequeño pueblo de la Borgoña en la fiesta del 14 de julio: todo el pueblo en la plaza en largas mesas compartidas, banquetes que servían vino y caracoles, guirnaldas de banderines tricolores contra el cielo al atardecer y a medianoche los fuegos artificiales para cerrar el baile. Una fiesta realmente popular en recuerdo de esa simbólica toma de la Bastilla que marca el inicio de la Revolución Francesa. Imaginen, entonces, la emoción de tener en mis manos tres expedientes de leyes relacionadas precisamente con este evento tan épocal.
La toma de la Bastilla
El primero presenta una Ley firmada por Luis “por la gracia de Dios y por la Ley constitucional del Estado, Rey de los franceses” el 17 de junio de 1791: el título reza “ley relativa a las gratificaciones y recompensas debidas a las personas que dieron prueba de heroísmo en el asunto de Nancy y en el asedio de la Bastilla”. Las cuatro cartas del expediente nos devuelven los nombres de obreros, artesanos, militares que combatieron en Nancy y bajo la Bastilla, quedando heridos o mutilados, a quienes el estado reconoce el derecho a una pensión; también el doctor Souberbielle, cirujano, recibirá una compensación por los cuidados prestados a los heridos en la Bastilla.
El segundo expediente, del 27 de junio de 1792, coronado con una hermosa grabado celebrando La Nación, la Ley y el Rey, retoma un decreto de la Asamblea Nacional del 16 de junio: con cierta urgencia debido a la fecha límite muy próxima, se acepta la petición del ciudadano Pierre-François Palloy, arquitecto-emprendedor, para la restauración del antiguo sitio de la Bastilla. Acelerando la demolición, se construirá una plaza que llevará el nombre de Place de la Liberté con una columna en el centro coronada por una estatua de la libertad (se invitará a artistas de todos los departamentos a un concurso para elegir la estatua): el 14 de julio se colocará la primera piedra de los cimientos por una representación de la Asamblea Nacional. Palloy, como recompensa por su trabajo, recibirá un terreno entre los que se obtuvieron de la demolición de la antigua fortaleza.
La «toma» de las Tullerías
Tras menos de un año, un Decreto de la Convención Nacional nos introduce en una nueva fase de la historia revolucionaria: el 25 de abril de 1793 la Convención Nacional ordena desenterrar la caja de madera y hierro colocada dentro de la primera piedra de la columna de la Libertad y desechar “los documentos conmemorativos que contiene, que presentan caracteres contrarios al sistema general de libertad e igualdad de la República una e indivisible”; serán reemplazados por otros elegidos por la Convención Nacional. De hecho, con otra “toma”, la de las Tullerías, y la caída de la monarquía el 10 de agosto de 1792, los contenidos de la dedicatoria de la primera piedra ya no estaban en línea con la nueva estructura constitucional: el Rey ya está fuera de escena, prisionero en el Temple.
La Historia continúa, dejando una estela de pequeñas huellas, como estos documentos, que aún nos hablan después de más de dos siglos. Y también en esto radica la belleza de nuestro trabajo diario.