Antigüedades

Arte entre coleccionismo e inversión

Comprar una obra de arte es una experiencia extremadamente gratificante que también puede resultar una excelente inversión.

La emotividad y el instinto juegan un papel importante a la hora de elegir una obra sobre otra; sin embargo, no se puede ignorar que una inversión de este tipo puede implicar un sacrificio económico que debe ser evaluado con extrema prudencia y claridad.

Primero, desmitifiquemos la idea de que el arte es un bien de lujo reservado para una élite restringida.

De hecho, hay muchas pequeñas y medianas inversiones en este campo.
Cada año se venden en subasta entre 100.000 y 200.000 obras de arte por menos de 10.000 € y aproximadamente el 80% de los lotes son accesibles por menos de 5.000 €. Esto demuestra que no es necesario disponer de grandes sumas de dinero para acceder al mercado.

El arte pertenece (junto con el oro y la propiedad) a la categoría de los llamados «bienes refugio», es decir, aquellos bienes que se compran en momentos de incertidumbre económica porque son capaces de conservar su valor con el tiempo, si no incluso aumentarlo.

El industrial Emil Georg Bührle, gran coleccionista de obras de arte (especialmente impresionista y moderna)

Se trata de una inversión segura para proteger (y posiblemente hacer prosperar) los ahorros.
Además, el arte representa una inversión cuya curva es independiente del comportamiento de otras inversiones (como materias primas, bonos y acciones).
Por este motivo, muchos deciden invertir en este campo:
es una excelente solución para diversificar su cartera y reducir el riesgo general.

Sin embargo, es necesario actuar con cautela y tener en cuenta las particularidades del mercado del arte: se trata de un mercado que presenta riesgos no siempre predecibles y está alimentado por información privilegiada.
Es muy conocida, en este sentido, la obra de Banksy en subasta en Sotheby’s – adjudicada por más de un millón de libras – que se «autodestruyó» un instante después de ser vendida.





Además, invertir en arte significa hacer una inversión a medio-largo plazo: se requiere paciencia, prudencia y visión de futuro.

No olvidemos que no siempre será posible revender la obra en el momento y las condiciones deseadas.
No es imprescindible ser un experto o un gran entendido para entrar en este mundo; sin embargo, se requieren curiosidad, dedicación y cautela.

Determinar el valor de un bien excepcional y único como una obra de arte es complejo y depende de numerosas variables.

Estos son los factores fundamentales a tener en cuenta antes de comprar una obra: el autor, el periodo, el sujeto y las dimensiones de la obra, su unicidad, su estado de conservación, la fiabilidad de la atribución, la procedencia, las posibles publicaciones y el currículo expositivo.
El precio de la obra también está determinado por variables externas importantes, como las modalidades de venta, la regulación fiscal y el derecho a la circulación, el gusto del momento y la liquidez en los mercados financieros.

Informarse es imperativo y esencial, es mejor no arriesgarse si la situación no está clara.

Una vez tomadas las debidas precauciones para protegerse contra falsificaciones y estafas, se puede dejarse llevar por las emociones y confiar en el propio instinto. No olvidemos que la función principal del arte es inspirar sentimientos nobles y hacernos sentir bien.
Además, al elegir lo que nos gusta, nunca nos equivocamos.

En nuestra tienda de Milán llega un fin de semana completo dedicado al coleccionismo.
Tres días dedicados al Arte y al Anticuariado, en el que se incluye la iniciativa cultural «Coleccionar la belleza«, un encuentro con la historiadora y crítica de arte Maria Silvia Proni, en el que se hablará de los orígenes del coleccionismo, por qué se colecciona, cómo crear una colección y quién es el coleccionista.






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