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Líneas buenas, líneas malas: pt. 1

Las rayas siempre han poblado nuestro armario, especialmente durante la temporada de verano. Rayas en zigzag al estilo Missoni, rayas blancas y azules estilo riviera, rayas coloridas para celebrar el verano, rayas blancas y negras para los más estrictos… Son un elemento gráfico que en la moda se declina de mil maneras manteniendo una identidad bien definida, muy distinta de todos los demás estampados. Visualmente impactantes, se destacan, se afirman y se hacen notar.

Pero no siempre las rayas han tenido el éxito que tienen en tiempos recientes. Hace tiempo leímos un libro titulado «La tela del diablo» de Michel Pastoureau, que recorre la historia de las rayas desde antes del año Mil hasta los tiempos modernos, y lo encontramos increíblemente revelador. Por eso decidimos proponerles, en dos entregas, una especie de súper resumen de los contenidos de este interesantísimo volumen.

En la imagen <a href=httpswwwdimanoinmanoititcp260100abbigliamento e corredisecond handabito tubino missonigid=nullpid=1>Vestido Tubino Missoni<a> <a href=httpswwwdimanoinmanoititcp251858abbigliamento e corredivintagespilla ape anni 80>Broche Abeja Años 80<a> <a href=httpswwwdimanoinmanoititcp249128abbigliamento e corredisecond handgiacca corta antonio marras>Chaqueta Corta Antonio Marras<a>

Así que, comencemos: ya antes del año Mil se encuentran connotaciones negativas hacia las prendas rayadas en las páginas de la Biblia. Pensemos en Caín, Dalila, Saúl, Salomé, Judas, todos vestidos a rayas y todos de alguna manera traidores.

En la Edad Media, además, encontramos numerosos documentos relativos a las prendas rayadas, consideradas transgresoras, propias de bufones, escandalosas, en una palabra, escandalosas (la ropa lisa era la norma, por lo que está menos documentada). La sociedad eclesiástica fue la primera en combatir las rayas: se documentan numerosos decretos que prohíben a los clérigos vestir cualquier tipo de prenda de dos colores.

Una explicación de por qué el hombre medieval considera de forma negativa el patrón rayado podría residir en la percepción de las superficies que las personas tenían en ese tiempo. La superficie lisa se contraponía a todo lo que no lo era y esto reflejaba la rígida estructura de valores de la época: por un lado estaba lo socialmente aceptado, por el otro lo transgresor (con diferentes niveles de «gravedad»).

La ropa lisa, como ya se ha dicho, era la norma y por ello considerada neutra. Los estampados punteados, en cambio, se consideraban positivos, incluso solemnes y divinos, porque básicamente consistían en una base monocromática sobre la que se colocaban pequeñas figuras geométricas que enfrentaban de manera clara y unívoca al espectador.

El estampado moteado era la declinación irregular del punteado y por ello era el peor estampado posible para el hombre medieval: expresaba confusión, transgresión y desorden y, de hecho, a menudo se encontraba en la representación de demonios y criaturas satánicas.

Finalmente, las rayas, como se ha mencionado, también eran consideradas negativas, aunque menos que el moteado. De hecho, se trata de dos colores lisos (considerados en sí mismos neutros, recordemos), colocados uno junto al otro y lo que evocan es ambigüedad, poca claridad, diversidad (las rayas atraen más atención que cualquier otro estampado o textura). Y si en la Edad Media se celebraba la regla, la uniformidad, la claridad, es lógico que las rayas solo pudieran considerarse más o menos malignas.

¿Les hemos apasionado con esta fascinante historia? ¡Eso esperamos! Tal vez nos estén leyendo en una tumbona, a la sombra de una sombrilla rayada… ¿y por qué será que este estampado es tan recurrente en las playas? Nosotros tenemos la respuesta, y se la contamos en la parte 2 de este breve relato.

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