Con el nuevo año, regresamos con nuestra «cita clásica«, que hoy presenta una pintura, óleo sobre lienzo, que representa a San Roque confortado por el ángel, atribuida al ámbito de Lorenzo Lippi.
La obra de alta calidad muestra coincidencias precisas con pinturas del artista, especialmente con un Sacrificio de Isaac que se conserva en S. Lucia de Montecastello.
Nuestro lienzo también es interesante por el tema representado y por el curioso paralelismo que permite con la situación actual.
El protagonista es San Roque, un peregrino y taumaturgo francés. Durante su viaje santo desde Montpellier hasta Roma, encontró a lo largo del camino varios focos de la temible peste negra. En lugar de huir de las localidades afectadas por la plaga, ayudó a los enfermos, sin temer al contagio. En particular, su biografía recuerda la milagrosa estancia en Acquapendente, en el Lazio, donde, por invitación de un ángel, bendijo a los pestilentes y los curó tocándolos con su mano de poderes taumaturgicos.
Durante el viaje de regreso desde Roma hacia Francia, Roque mismo, al llegar cerca de Piacenza y siempre activo ayudando a aquellos afectados por la epidemia ya extendida, contrajo la enfermedad.
Para evitar contagiar a otras personas, se retiró al ermitaño. Fue cuidado por un perro que diariamente le llevaba pan robado de la mesa de su rico dueño, señor de esos territorios. Este, siguiendo al animal, descubrió a Roque y lo asistió en su curación. El santo pudo entonces continuar su camino de regreso; al llegar a Voghera, sin ser reconocido y sin proporcionar sus propios datos, fue confundido con un espía y, por lo tanto, encarcelado. Tras varios años, en la noche entre el 15 y el 16 de agosto de un año no especificado entre 1376 y 1379, murió. Finalmente fue reconocido gracias a la cruz roja que marcaba su pecho y por la tablilla encontrada junto a su cuerpo en la que había escrito, además de su nombre, las palabras «Cualquiera que me invoque contra la peste será liberado de este flagelo».
Desde la Edad Media, se empezó a invocar la intercesión del santo contra la peste, en primer lugar; posteriormente también contra otros tipos de epidemias o enfermedades graves. La devoción hacia el santo se refleja en las numerosas obras, especialmente pictóricas, que lo presentan como protagonista a lo largo de los siglos. Su iconografía típica lo muestra con ropa de peregrino, acompañado de su fiel animal y mostrando la llaga pestilencial en su pierna.
Actualizaciones litúrgicas recientes lo han reconocido como protector también contra todas las enfermedades contagiosas, como la lepra, el cólera, la gripe española y el SARS.
Es interesante y fácil de entender cómo, en 2020, la devoción hacia San Roque se difundió ampliamente, precisamente debido a la pandemia de COVID-19.
Tradiciones antiguas y consolidadas, protecciones e intercesiones solicitadas, que en la situación actual de inestabilidad relacionada con una enfermedad tan extendida, encuentran una nueva y más fuerte devoción.