Después del artículo sobre el Cassettone Neoclásico de la semana pasada, el protagonista del tercer encuentro de Classic Monday es un sofá ecléctico.
En este notable sofá de forma de barco, las sugerencias rococó y los elementos de estilo barroco se combinan armoniosamente, creando una pieza de mobiliario de gran refinamiento decorativo. El tipo de mobiliario sigue siendo de gusto tardío Imperio, pero sus características estilísticas y decorativas lo sitúan dentro de la producción del primer eclecticismo, que se desarrolla hacia finales del segundo cuarto del siglo XIX.
El término ecléctico (del griego eklektekós de ekleghein, elegir, seleccionar) indica la actitud de quien elige lo que le es afín de diversas doctrinas o estilos y busca armonizarlo en una nueva síntesis.
Esto es precisamente lo que ocurre en Europa a partir de ese período. En Italia, en particular, se produce una recuperación del repertorio decorativo del Renacimiento y del Barroco italiano.
En el caso de nuestro sofá, podemos notar motivos con una clara huella rococó.
Los incrustados se suceden con racimos y rocaille sobre los cuales descansan esfinges, dragones, putti y animales. En los montantes, observamos la presencia de un delfín incrustado que termina en una cabeza tallada, un recurso que pasa de la incrustación a la tridimensionalidad escultórica, típicamente barroco.
Los maderas utilizadas remiten a las producciones napolitanas atribuidas a Girolamo Schmidt. Se trataba de un ebanista alemán que había realizado muebles mayormente de caoba o palisandro con incrustaciones de arce para el palacio Ruffo della Scaletta en 1838, los muebles de caoba que revestían las paredes del Gabinete de Ciencias Físicas de Fernando II en el Palacio Real en 1841, y parte del mobiliario de servicio de la reina madre.
Un detalle significativo que nos ayuda a fechar y ubicar este sofá es la inversión de los contrastes cromáticos típicos del estilo Carlos X: encontramos las incrustaciones claras sobre fondo oscuro.
También podemos apreciar la influencia Biedermeier, estilo que, por cierto, confería gran importancia al sofá. Otras fábricas en Nápoles trabajaban en producciones similares, los nombres más conocidos son los de Pietro Viola y Michele di Lauro.
Con frecuencia, este tipo de muebles se denomina con el confuso e inexacto apelativo “muebles de Smith”. Esto hace referencia a un supuesto ebanista inglés que habría vivido en Nápoles, pero del cual no existen pruebas claras y cuya existencia es al menos dudosa. Sabemos que tenía las mismas iniciales que Girolamo Schmidt (que sí estuvo activo en la ciudad napolitana en esos años) y que podría haber sido un simple error de pronunciación o transcripción el que generó este misterio.