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Pintura de Giacomo Francesco Cipper conocida como Todeschini
Vendedor de cerezas cortejado y dos músicos 1720 ca.
Óleo sobre lienzo. La pintura va acompañada de los conocimientos del historiador del arte Dr. Giuseppe Sava. El protagonista de la escena del mercado al aire libre es un vendedor de cerezas, que luce un vistoso sombrero de paja y se sienta junto a una cesta de estas frutas colocada sobre un banco de madera, junto a una piedra sobre la que apoya la acería. Con su mirada sonriente, casi guiñando un ojo, dirigida al espectador, acepta las insinuaciones del hombre que, detrás de ella, le pone una mano en el hombro, con mirada lasciva, mientras dos intérpretes de la izquierda improvisan un concierto. El grupo compuesto y alegre hace referencia a la producción de Giacomo Francesco Cipper, conocido como Todeschini (1664 -1736), pintor de origen austriaco pero lombardo por formación y estilo pictórico, que era un "cantante de campesinos, vendedores ambulantes concentrados en su día a día". ocupaciones o en el ocio", especialista en escenas de mercado, conciertos al aire libre, jugadores de cartas, escenas de la vida cotidiana humilde creadas con fuerza caricaturesca risueña y una búsqueda de efecto. cómico. Cipper tomó este estilo narrativo del pintor danés Monsù Bernardo, activo durante mucho tiempo en Italia, entre Bérgamo y Milán: de él, en particular, la predilección por las historias cotidianas y los personajes humildes, así como el carácter impertinente de estos personajes. que buscan la atención del observador a través de una mirada fija en él. También en este cuadro la mujer protagonista fija su mirada pícara en el observador, sonriendo con complicidad e ironía ante el juego de cortejo en el que los tres hombres la convierten en protagonista, implicando un "mercado" que ya no es sólo el de las cerezas. En su experiencia, el Dr. Sava subraya las relaciones estilísticas y tipológicas de esta pintura con otros personajes de Cipper, para respaldar la atribución; también se explica la evolución estilística en los aspectos formales y técnicos de sus obras -los colores que aclaran, con evidente predilección por el ocre, el avellana, el verde salvia, entre los que se insinúa el azul pálido; los fondos lechosos, los brillos más difusos y los claroscuros menos plásticos, evolución que permite situar la obra en su producción de principios del siglo XVIII. La pintura ha sido restaurada y revestida. Se presenta en un marco antiguo adaptado.